El padrino
- Juan Pablo Valenzuela
- 26 avr. 2017
- 4 min de lecture
Mariana salía del baño tras tomar una ducha, hacía un calor húmedo, de esos donde la ropa se pega al cuerpo, esos calores donde los mosquitos se hacen un banquete con cada centímetro de piel al aire, ese calor de noches donde no dormís, donde se hace imposible llevar la remera puesta, donde hacemos cola frente al baño para tomar una ducha fría.
Pero el boludo de Facundo seguía con el suéter puesto, le corría la gota por la cara, pero tomaba mate frio y no se sacaba el suéter. Fue eso lo que lo delató, nadie aguanta el calor de noches como estas, en una salita donde 3 personas al pedo hablan de la vida, ríen y recuerdan instantes difusos en el tiempo para pasar el rato, para llevar el insomnio, para capear el calor y este hijo de puta no se sacaba el suéter. Se movía incomodo, nervioso, casi temeroso.
Cuando se paró para ir al baño era evidente que escondía algo y me levante rápido, le tome el suéter y se lo subí hasta arriba del pecho: Quería encontrar un adorno, un joyero robado, uno de mis soldaditos de colección que cuestan varios mangos en algunos círculos sociales… pero en su lugar encontré una barriga, la panza más grande que he visto, el ombligo para afuera, de esas panzas estiradas, firmes, con las venas azules que se dibujan en la piel, a punto de estallar las tripas por los aires.
Y con eso Mariana pego un grito, Facundo se tapó rápido la descomunal barriga bajándose el suéter y me empujo a la pared. No supe reaccionar, me quede helado, yo lo quería acusar de chorro, de desleal por robarse algo mío, pero solo me quede mirando como Facundo se ponía de todos colores, primero rojo fuerte, luego medio morado para terminar en un pálido grabe. Se sentó junto a Mariana, le tomo la mano y mirándola a los ojos con ternura respiró profundo.
- Estoy embarazado Matí… - me dijo al momento que volteo a mirarme fijo a los ojos. Yo así como medio boludo me senté en el piso.
- Y… así parece… pero ¿cómo?- le dije sin pensar mucho en lo que preguntaba.
- ¿Cómo?, ¡cómo se hace los bebes desde siempre! Mariana y yo llevamos ya bastante tiempo saliendo y decidimos tener un hijo, formar una familia.
Estaba más repuesto de la impresión y me senté en el sillón frente a la mesita de café.
- Pero ¿no tendría que ser ella la que se embaraza? Dije casi por cortesía para Mariana, sin imaginar que ella en el acto estallaría en llantos y sollozos ocultando su rostro entre sus manos.
- ¿Pero qué haces boludo!? Tené más tacto. Dijo Facundo mientras apoyaba la cabeza de
Mariana en su hombro. Ella no puede tener hijos. Me dijo susurrando.
Yo ya todo confundido prendí un cigarrillo para pasar los nervios, Mariana volteo y me hecho una mirada furiosa de mama gallina.
- Che, apaga eso, ¿no te acabamos de contar que Facundo esta embarazado?- se limpió las lágrimas y me sentí obligado a apagar ese cigarrillo recién prendido con una sonrisa culposa.
Mariana luego acaricio la gran barriga de Facundo- Ya tiene 8 meses, la verdad es que queríamos mantenerlo en privado, tu entiendes que es un tema delicado y todo el mundo se pondrá a hablar, a idea es salir el mes que viene a Córdoba y a la vuelta tras el nacimiento diremos que es adoptado o que es un sobrino que ha quedado huérfano.
- Verás Matí, dijo Facundo mientras se quitaba de una vez por todas el suéter dejando
la gran panza en evidencia bajo la remera sudada, preferimos que la gente piense que es adoptado antes que le molesten por ser parido por un hombre ¿vos entendes? …
- Sí, sí entiendo, como no entender. Decía yo sin creer en lo que salía de mi boca. ¿Pero no entiendo cómo pudiste lograr embarazarte?
- Y mirá, la verdad no lo tengo muy claro, pero al parecer es muy simple, casi un accidente, estábamos intentando tener un hijo, ya sabes, embarazar a Mariana, pero como fallábamos comencé a tomar pastillas de fertilidad y mariana empezó con unas yerbas y cosas de una tienda china en barrio 11 y de un momento a otro me empezó a crecer la panza. Al principio creía que era culpa de los asados y la birra. Pero comencé a tener sensibles los pechos, se me hincharon los pies y me dio por sospechar que podría estar embarazado, así que me hice una ecografía… Un regalo del cielo.
- La verdad es que me alegro che. Dije con sinceridad aun cuando por dentro no podía creerlo aun. Ellos se abrasaron sonriendo, enamorados, felices, eran una familia. En ese minuto cuando Mariana se inclinó a besar la barriga peluda y gigante de Facundo eran una familia.
Me puse de pie para ir a mi habitación, para dejarlos solos, para que disfrutaran de su vida en familia, haciendo planes sobre el nuevo integrante de su hogar que deberá vivir pensando que sus padres no son sus padres, pues ellos con nadie podrán comentar este secreto para evitar la prensa, que los estudien y que su hijo quede marcado para toda la vida como un mal parido.
- Matí, espera. Me dijo Facundo poniéndose trabajosamente de píe, se me acerco y me puso su mano pesada y firme en el hombro. Matí, ahora que ya sabes todo. Mariana y yo queríamos esperar hasta la vuelta, hasta que el bebe naciera, pero ya que por fin se lo podemos contar alguien, te queríamos pedir…
- Te queríamos pedir que fueras el padrino de bautizo. Interrumpió Mariana levantándose rápido del sillón, acercándose a mí sin despegar sus ojos de los míos, sonriendo entre alegría y temor de la respuesta.
Me quede en silencio como un pelotudo por unos segundos, sin saber si era una broma, pero la mirada aún más seria de Facundo que seguía apresándome el hombro con su mano me daban cuenta de lo solemne y serio del momento compartido.
- Será todo un honor. Dije sonriendo lleno de ese orgullo que produce ser el elegido. Tras los abrazos de rigor y una incómoda caricia, que sentí la obligación de realizar ante la insistencia de los padres, a la barriga de Facundo, me encerré en mi habitación para dormir, aunque no fue fácil conciliar el sueño.
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